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lunes, 18 de noviembre de 2013

Escorada…

Escorada…

Llaneando estepas áridas
Buscaba posar mi laso báculo
Y hallarte ha sido, salvación dionisíaca
Quebranto en caída inconcusa.
Brotar se tornan las flamígeras cumbres
De fuegos en montaraz alegoría
Al sentirte escorada al paso
Ansiando cubrir mi último retiro.
Saqueando los senos de un verbo vitoreado

En preñadas ágoras cazaste mi ebria mirada
Cuan cóndor altivo rutilante en las alturas
Guiando con sapiencia mi derrotero al son.
Sé de tu mano recorrer mis elíseos vientos
Jadeante susurro he sorbido al alegato
Miedos de yertas fisuras en el tiempo sucio
Empolvado de linajes etéreos, y tú soberana.
Bífida se muestra tu enseña de flor y gemas
Gélida en la angostura del poder excluido
Crédula en futuros captados, en soplos frescos
Ardiente al arribar entre el escorado sitial.
Dispénsame al raptarte para el último eslabón
Pues la forja es corta, tú y mi sien carcomidas
Por el azaroso alineamiento de los astros cian
Festejo inconmensurable de azufre y grafito
Descocando las planicies de nuestras almas
En el embebido reducto del ángel, alado vestal
Vertiendo la insigne sapiencia del logro repleto
Ay lustre de centellas, sobre nuestras palmas
Rezumarán los lamentos envidiosos del júbilo.

Santiago Pablo Romero.BlueEyes.Sensualidad.©

Imagen: Waclaw Wantuch.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Decadente Estación…

Decadente Estación…

La seca hoja batió su extensión sobre la brisa
Las miradas seducidas por la majestuosa caída
Paralizadas sus formas, sin saberse partícipes últimos.
Despoblando su vestido, desgajando sus harapos

Loca, ella, evitar quiere su desmembración, teje.
Ciega está por su límpido sentimiento, entregada
Sus raíces rechazan la abnegación a la asfixiante turba
 Los granos se acumulan a las puertas del paraíso.
Maderos flotan, las esquirlas de sus desechos vahídos
La decadencia de la estación enmaraña las percepciones
Seseras, prestigiosas en ágapes y festines son incapaces
El fajín porta el brillo y la tiara los brillantes, son puertas
El entronizado será dirimido por sus lacayos sonrientes
Entretanto la estación se preña de hojas secas y el árbol

Desviste su esqueleto macilento y espera la reposición.
Foto: Eugenio Recuenco.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Belleza Yacente…

Belleza Yacente…

En la hora de los cómputos
Te encuentro aumentada
Lánguida y gélida, cubriendo la estancia
Con tus labios afligidos, y tu aroma empapado
Mis ojos me acusan, me sancionan, me culpan
No puedo asirte con mis manos condenadas

Apenas soy capaz de mirarte
Un hálito, quiero tu aire
Y me abandonas, con el manto de luz por vestimenta
Nada queda, entre los tejares
Piezas destrozadas de mampostería, recubriendo tu ilusión
Quebrada por sanguinarias sanguijuelas
Equivocada la petición de ángeles
Vaticinio de cartas con hombres de negro y filos sangrantes
Luchas vencidas y derrotas anquilosadas
Muestra de injustas cuentas pagadas
Sino levadizo en la bruma de plenitud y desconsuelo
Otra mañana aciaga
Nunca más la melodía sonará con trinos de mirlos alelados
Con tu risa a carcajadas, a mandíbula batiente
Otro día, donde descorres un cerrojo de ida, sin vuelta atrás
Y egoísta me dejas, vagando por el terraplén de los moribundos
Llévame, arráncame el pecho, no te ensañes cuan si fueras orca
Sé malévola y hunde tu tenaza en mi cuello
Destroza mis articulaciones, mas no me dejes sangrando
En tierra de nadie…

a contoneenta
mala influencia, soy blues

Belleza Yacente, altiva hasta sin vida, tómame.

Autora del Dibujo: Carmen Mansilla.©