Acrisolamiento…
Y te
sientas equidistante
Unos
nacarados cuerpos abandonados por la pleamar
Las
siluetas refulgentes de la espumosa mar,
Rompiéndose
y creciendo, desplegándose y volviendo
Llamándote,
rechazando tu diatriba, susurrándote monotonías
Abandonándote
a su mesar, revolviéndote las volutas en tu rostro
Dejando
entrecruzar su candente llamada, gélida soñera
Y te
levantas esplendente
Los
habitáculos vacuos, hogares y protección de unos
Las
revueltas de granos remozándose en siluetas rotundas
Acompasados
movimientos aleatorios y asíncronos
Escapando
de tus manos, de tu cuerpo, aligerando el peso
Y saltas
endiabladamente
Vuelves
a recoger la filigrana de la inocencia, la extirpada
Rejuvenecido
y dispuesto a equivocarte de nuevo
A
extender los brazos y dejarte balancear por las olas de aire
Y te
sumerges en salitroso brebaje
Entregándote
a su mecido, a su vaivén redomado
Flotas
entre extremidades balanceadas, inerte un cuerpo
Ligera
la mente, ya no temes nada, eres parte del todo
Toma tu
plúmbeo cuerpo, desgranado en infinitas partículas
Espolvoreado
entre la brisa y la fulgente caricia del mar.
Nadie
llora, nadie está, todos levantan las manos, se saben
Han
prendido un nuevo acrisolamiento, una nueva oportunidad de regocijarse con sus
diminutas índoles.
Se saben Mar.
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