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lunes, 13 de enero de 2014

Tango de la Rosa…

Tango de la Rosa…

He sentido mi mundo caer
Al verte sesgada de tu tallo, Rosa
Fulgente y encrespada que te cimbreas
Y ahuyentas el aire, al atraer mi atención.

He ido presto a sanar tus heridas
Con mi mejor mar sin sal, porque dulce,
Dulce te quiero, Rosa sentir en mi sien
Frondosa y altiva, volcando tu aroma intenso.
He vivido a tu lado, mientras llueve
Pues agua del cielo, mala no puede ser
Desliéndome  en susurros animosos a tu lado
Pues te veo enarbolar tu breve deslucido.
He descubierto cuan bella puedes ser
Y el tiempo efímero tormento, nada hallará
Sin menester que hayamos sabido querernos
En lagunas, parterres y sorbos de linimentos.
He recorrido cada uno de tus contornos
Ensayando cada uno de tus ladeos y escorzos
Dejándome obnubilar por tu danza silente
Al mediodía de invierno, en un medio al sol.
He aprendido a tu lado, a vivir
Cada instante al ritmo del último suspiro
Anclando en cada puerto, sorbiendo cada gota
Intensamente y saciar mi sed contigo.
He sabido desde aquel día, que no llegaremos
Al cielo del jardín, y la melodía de este tango
Nada podrá privarnos de dilapidarnos a besos
Pero todo se me asemeja a un sueño y eres tú
Rosa, que una vez te vi, cercenada y postrada
En tierra yerma, en la sandez de los hombres
Y supe que estabas allí, esperándome sin saber
Por ello, He sentido, He ido, He vivido,
He descubierto, He recorrido, He aprendido,
He sabido que fuimos pétalos
Mesados en el céfiro de la tarde, en el carmín.

©Santiago Pablo Romero. Sensualidad.
Imagen: Mar Sánchez.




martes, 7 de enero de 2014

Danza del ladrón de Amor…

Danza del ladrón de Amor…

Alzado en la escorada cantinela me adhieres
Sabedor de un resquicio cubierto en las tardes
Desgranando a la caída de las sombras gélidas
Y al acecho me esperas, centinela del olvido.
Cuentas de un rosario ajado por un torpedeo
Jadeante de sonoras cuevas de sales milenarias

En mis dedos están sin dejar huella, ni halo
Sin apenas dibujar una aureola de misterio.
He sentido ser derviche maduro en los altares
Al caer en la cuenta de lóbregas contiendas
Amasando mis palabras tu yugular vencida
Reducto de domeñas noches, en etílica savia.
Bastión de incruentas aldabadas, ruina sagaz
De puertas sin infierno, de henchidas avideces
Y sueñas que mil veces acaricias el parnaso
Alineando tu boca en el manar de la noche.
Me buscan como provocador de conciencias
Y ceso la danza del ladrón de amor, escondido
Serenamente bajo al ágora preñado de voces
Instruyendo al león y el águila, virando el aire.
Siente, discute, quiebra el silencio, álzate
Entre las notas de este son, déjate aliviar
De penas han sellado los cuerpos del espíritu
Tuerce el destino de las palomas, alados seres.
Sean rugientes los zarpazos de la fiera
Habituada a estar enjaulada entre esquirlas
Frente al ávido de extirpar el acervo vertido
De silbidos sigilosos, colmado de granos rojizos.
Toca ser ágil entre las siluetas de las sirenas
Para no quedar atrapados en su bamboleo
Entre barcas a la deriva, ni faustos mendaces
Preñados de la vacuidad del profeta inerte.
Alinea curvas hacia mi alcor, deseo vislumbrar
Las acequias repletas, los mares embravecidos
Disipar el calor del sol, entre mis manos
Asilar en mi ardor el sumidero de tus apetitos.
©Santiago Pablo Romero. Sensualidad.
Imagen: Vadim Stein.