Suenan dos
aldabonazos
De dolor
metálico
Y agudeza
extinta, dos aguijones
Se cuelan por
entre las rendijas del tiempo
Vidrio agudo,
excrecencias de una lucerna lejana
Pides una
excelencia sin repuntes
Ni siquiera
máscaras extintas
Lloras mártir
con voz ajada
Sonrisas perdidas
Náuseas de
bourbon hiriente
No suena
aquella canción sobre el vinilo carcomido
Esgrimes falacias
atemporales
Máscaras aquiescentes
Pálpitos detenidos
Luciérnagas muertas
en el porche
Crujidos de
pies descalzos que se escapan en el jardín
Reseca
hojarasca, muerte y devoción al negro
Ya no hay
llantos en tus lacrimales
Socarrona es
tu carcajada
Los incisivos
se hunden en el cuello perdido
Murallas sin
trincheras
Piernas sin
sostén
Lánguidos cuerpos,
yerran inertes
La espesura
del hálito se mastica en tu paladar
Cuan vomitivas
de un estadio evacuando mentiras
Así dibujas la
desilusión en tu rostro
Quiebras los
pliegues alrededor de tus párpados
Oscuros rastros
de una noche larga
Borrada con
gritos de malta derrochada.
Atemporalidad
presurosa, concatenación sin sentido
Lujuria mental,
asilo esquizofrénico
Pasos, voces,
pisadas profundas, cuellos rotos
Dos gárgolas
alineando sus sombras
Recogen,
esperan, saben corto tu trayecto
La carátula se
desprende, nada queda, no más que humo.
©Santiago
Pablo Romero. Sensualidad.
Imagen: Patty
Maher & JAcqPaRo RED.