Mordida…
Te
espiaba en las sombras
Luz de
candil, aceite encendido
Mecha de
mariposa, carburo del rincón
Ración
excesiva de maquillaje, velando
Tu
mirada, perseguida, evadida de soslayo
Mis
tibios ojos pierden la destreza, sucumben
No saben
huir del deseo, de la reverencia
Diestros
en inclinarse ante tus pies, agrietados.
Siento
el pecho mordido por un jaguar fiero
Una vela
candente ilumina el cobijo de la fiera
La cueva
donde la serpiente sentíase señora.
Sabores
a canela, impregnan el ambiente
Cuan si
hubiera recibido el cadalso en palos dulces.
El
pebetero engulle nuestra combustión
Pues
somos seres nacidos sin pensamientos
Privados
de elección. Mis ojos devoraban tu carne
Recipiente
de las enésimas esperanzas
Caras inocentes elevan sus ojos tristes a Osiris.
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