Yin
Yang…
Amplísimos
omóplatos,
bastidor
de puerta colgante
Delicada
figura, damisela afable,
talle
corto, pezón nada más.
Platillos
de un quinquenio radial,
níveo
contrastado
Ballestas
poderosas,
apropiando
la fragilidad del soporte.
Rasurados
montes, rapados valles,
huellas
desaparecidas, suaves
Frondosos
trapezoides afelpados,
grutas
veladas en la breña.
Reflejo
de la luz,
inmaculado
dorado cafetal, aromático
En
candilazo revelas a los reflectores,
una
pátina de talco fino.
El vinilo gira, las agujas
queman el polvo olvidado, por esa distraída gamuza, mientras nuestros cuerpos
se entregan al dislate, los cubos de cilíndrica estancia, se diluyen en tu
boca, no recuerdo tus incisivos tan afilados, recorro tu boca, te retraigo el aliento,
destrozo las hendiduras de tu deseo y extasiado caes en mi cubículo…el vinilo
raya el aire, en vueltas inconscientes, debió de olvidar el final, siempre
jadeante de tu enorme e indefenso cuerpo rendido, ante mis conjuros…
Tus
azabaches pelean acuosos en el dorado espejo
Mis
cerúleos recrean el cielo donde te miras.
No sabes
decir, te dejas llevar,
por las
caricias de mis garras
Y
entonces me recuerdas,
mesando
mi diseminado cabello.
Viste,
hago mi nombre,
soy Yin
tu oscuro secreto del deseo
Oíste,
no existes sin mí,
soy tu
nívea realidad, llámame Yang.
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